viernes, 13 de diciembre de 2013

Go on.

A veces, ves sufrir a la gente y puedes ayudarlas.
Otras, es imposible.
Ver cómo desaparece el brillo de los ojos de alguien y que cuando recibe esa llamada nocturna se le llenen los ojos de lágrimas y se le quiebre la voz me mata.
Me mata cuando se encierra en su habitación a hablar con él.
Me mata cuando sale de ella con una sonrisa y los ojos rojos.
Me mata tener que comerme sus enfados porque le echa de menos.
Me mata que él me llame desde allí para decirme que cuide de ella y que no le diga nada a mi hermano.
Me mata sentirme como hace trece años...
Pero, siempre sonrío.
Porque eso les da aliento.
Eso y el amor que se tienen mis padres.
Y es difícil.
Lo sé.
Lo saben.
Pero seguimos adelante.
Como antes de que él ocupara el puesto de padre en mi vida.

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