sábado, 16 de febrero de 2013

Trazos de la realidad convertidos en sueños.

Y te sientas a mi lado en el pequeño sofá.
Hace frío.
Cojo la mantita y nos tapamos con ella.
Apoyo la cabeza en tu hombro.
Y tú me abrazas y me apoyas en tu pecho.
Y nos quedamos así.
Tú acariciando mi brazo y yo escuchando el latido de tu corazón.
Mientras, nuestra respiración se acompasa.
Nos vamos escurriendo.
Y, sin darme cuenta, estamos acostados.
Yo apoyada en tu pecho, tu apoyado en mi cabeza.
Me acaricias el pelo.
Me coges de la mano.
Y así pasamos un largo rato.
Trazamos círculos con los dedos en los dorsos de las manos.
Las miramos, nos miramos, sonreímos.
Me das besos en el pelo.
En la frente.
En los ojos.
En los pómulos.
En la mano.
Y yo no alcanzo otro sitio que tu cuello, tu mejilla o tu barbilla.
Estoy inmovilizada en tus brazos.
Pero ninguno de los dos da el paso.
Estamos demasiado cómodos para hacer nada más.
Y yo disfruto de ese momento.
Y lo alargo todo lo posible.
Y lo guardo en mi mente, en mi corazón.
Y me sonrojo.
Porque sería muy fácil estar así para siempre.
Acurrucados medio dormidos cogidos de la mano.
Pero de repente...

Suena el despertador.
Me incorporo.
Solo un sueño.
O no.

1 comentario:

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